Noventa días, mama, noventa días han pasado, mi mamá, mi mama… La mama del cordero, mi mamá.
Si sabes qué culpas tengo, tú lo sabías todo, no sé cómo quitarlas, solo sé que tengo que vivir con ellas y con la pena de no haberte disfrutado, de este final que nos ha tocado. Mama, no sabes cuánto me faltas, lo mucho que te he querido mama, lo mucho que te quiero.
Me alegro de haberte dicho cosas, no las recuerdo, pero me alegro de haberte dicho todas las cosas bonitas que había vivido contigo, en tu última noche en este mundo. Hace tres meses ya… Mama… Y yo no sé vivir, sé vivir, pero no le veo la gracia a vivir sin volverte a ver, mama. Noventa días.