Hace mucho que no escribo ficción. Hace tanto que me cabrea. No es que haya escrito grandes historias, para nada, ni tan siquiera muchísimas, aunque sí unas cuantas. Algunas fueron horribles, y horribles de verdad, sin que me pueda escudar en la juventud, o en la no juventud, o en estar pasando una mala época, o en cualquier excusa que se me ocurra para defender lo más indefendible del mundo, que es haber escrito algo tan malo. No hay defensa que valga. Hago cosas buenas y malas, como todos. Que no piense nadie que voy de falsa modestia. Joder, eran malas, de verdad de la buena. Y para que se crea que hablo con justicia y de corazón sobre mi obra, la mayor parte inédita, algunas de las historias que he escrito en mi vida no son malas. Incluso a veces me asombra que me sigan gustando o, al menos, en parte, cuando las leo de año en año. Al leerlas me sorprende pensar que eso que hay ahí escrito haya salido de mí, incluso cuando me avergüenza por los motivos que sea. Es como si fuera otra persona la que lo hubiera escrito, y, sin embargo, tuve que ser yo, porque tengo recuerdos de haberlo hecho. Y muy felices, por cierto. No siento la misma vibración con otros textos que escribo, de veras que no.
He intentado volver en varias ocasiones, aunque fuera a golpe de corrección de borradores o cuentos enteros para retomarlos y darles un aire. No ha funcionado nunca.
Me aterra hacer la cuenta del tiempo que hace que no escribo una historia nueva. Ahora mismo no me salen las historias y los personajes de la cabeza, se me ha olvidado cómo hacerlo si alguna vez lo supe. La cuestión es que tengo el impulso, y me falta lo demás. Voy a probar a ver si se puede entrenar.
Ahora que me siento tan perimetrada, la inspiración me llega de lo (poco) que me pasa. No es que salga a cazar las historias para ver si puedo contarlas. Las historias están viniendo a mí, sin que yo haga nada por encontrarlas, y las tengo que contar porque son todo lo que puedo contar. Esto no va a ir de terapia, va a ser puro placer. No es un diario en el que vaya a narrar mi vida ni mis traumas ni nada parecido; es una recopilación de cuentos, de unos cuentos sobre cosas que pasan en mi vida.
Al venirme esta idea a la segunda historia que escribí, se da la circunstancia de que el primer episodio se encuentra en otro sitio. Típico de mí.
En este blog, las cosas que pasan empiezan por el capítulo 2, aunque el principio de todo sea el capítulo 1.