1, 2, 3… ¡¡Calipso!!

Tia_dalma

Hoy me he levantado caribeña… No, qué va. Me he levantado igual de esteparia que de costumbre pero con ganas de compartir ritmos caribeños. Soy una apasionada del calipso y he pensado «qué mejor manera de empezar el día y superar los calores veraniegos que rendirle un homenaje a esta música que tan gratos momentos me ha regalado». Así que a dejarse mover un poquito, que ya toca…

Bien, el problema es que escuchar calipso, en directo y en público, es complicado. Habría que irse al Caribe si no fuera por el mágico Youtube y otros secuaces de Internet. A falta de calipso en directo y de djs calipsianos -honrosa excepción la de los Hermanos Pizarro que se lo pinchan todo-, Internet es lo único que nos queda. Personalmente, recomiendo la utilización del calipso para aquellos días en los que necesitas una buena dosis de energía y no sabes de dónde carajo sacarla. ¡Ah! Esto va de clásicos.

Trinidad y Tobago, esas tranquilas islas caribeñas

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Empecemos por el principio. El calipso proviene de Trinidad y Tobago, dos islas caribeñas que forman una república y que, a pesar de no ser especialmente conocidas, han sido el objeto de deseo de todo el que las pisó desde que Colón puso el pie y el nombre a la isla de Trinidad. Sobra decir que la población indígena desapareció por completo entre las luchas de españoles, ingleses, franceses, neerlandeses, piratas y hasta letones. Según la Wikipedia que todo lo sabe, estos últimos fundaron una colonia en el siglo XVII llamada Nueva Curlandia (¿paraíso del curling?), cuya posesión fue una de las causas de las Guerras del Norte entre suecos y otros nórdicos cabreados. Como ocurría en el resto de América, en el Caribe estaba muy de moda eso de cazar esclavos en África para ponerlos a trabajar como negros en las colonias. Con unas ligeramente mejores condiciones laborales, también se instalaron culis, mano de obra barata procedente de China, India y otros países asiáticos a darlo todo por unas cuantas moneditas. Hasta hubo inmigrantes portugueses que allí se plantaron para prosperar a costa de trabajar mucho por poco. Después de unos cuantos líos, que si esta isla es mía, ¡que no! ¡que es mine!, ¡que no! c’est à nous! y como se diga en holandés que no tengo ganas de buscarlo…, a principios del siglo XIX se la quedaron los ingleses y, aunque consiguió su independencia en 1967, forma parte de las posesiones de la Queen Isabel como país integrante de la Commonwealth. Como veis, un cristo caribeño de tres pares de bananas.

Ese ritmillo comunicativo

Se desconoce si el término proviene de la voz africana “kaiso” que es algo así como un “bravo”, sin embargo, lo que sí que sabe a ciencia cierta es que su origen se remonta a la figura de los juglares africanos, conocidos como griots y a los ritmos de los carnavales franceses que parece ser que por aquel entonces los franceses eran divertidos o, al menos, cuando se iban al Caribe, claro, quién no.

El caso es que a los esclavos se les prohibía hablar cuando trabajaban, aunque como la generosidad de los amos era ilimitada, sí que se les permitía cantar. De esta forma, los esclavos comenzaron a contar y cantar sus chismes y también sus quejas a través de las letras de sus canciones. Primero en creole, un dialecto criollo del francés y después, ya con los british instalados como señores, se pasaron al inglés. Siempre igual, qué manía con el inglés. El hecho es que el calipso se convirtió en el principal medio de expresión de los habitantes de las islas. Sus letras están cargadas de crítica política y reivindicaciones varias. No es que los negros estuvieran/estén muy sobrados de derechos…

Investigando un poco, he encontrado al grupo que registró la primera grabación de calipso, fundado durante la última década del siglo XIX.

El gusanillo del calipso se propagó, sin alcanzar las cotas de popularidad de otros estilos musicales de procedencia negra, como, por ejemplo, el puto reggae. No obstante, influyó en otros miembros de la familia como el jazz o el soul, entre otros. También algunos blancos se atrevieron a calipsear, es el caso de Robert Mitchum. Se puso de moda en los años cuarenta y cincuenta y, en la actualidad, forma parte del repertorio de numerosas bandas, principalmente de América del Sur. En Trinidad y Tobago, sigue reinando y durante los carnavales tiene lugar el concurso Calypso Monarch. Os podéis imaginar qué tipo de concurso es. Lo que es sorprendente es que lleve realizándose desde 1939.

Bien, pasemos a ver algunos nombres…

Mighty Destroyer

Ganador del entonces conocido como Calipso King en 1941 con esta cancioncilla dedicada a Hitler, nada más y nada menos, con un toque un tanto pro-british que para eso Inglaterra es la madre patria. Me pregunto si el homenajeado en cuestión llegó a escucharla. Es una joya, escuchar el nombre de Hitler, Mussolini y Napoleón en un tema de calipso es impagable. Además, es una buena manera de explicar la Segunda Guerra Mundial a los más pequeños. Hasta ese año, tenéis toda la cronología bélica de la contienda en apenas tres minutos. Otra faceta del calipso, la pedagógica. Baila y aprende, hijo.

Roaring Lion

Uno de los más grandes. Sus letras provocadoras y reivindicativas lo petaron, batiendo también el récord de temas censurados. Junto con Attila the Hun, fue de los primeros en grabar en Nueva York. Aquí le tenéis cantando al buen hombre (a partir del minuto 2) tres de sus grandes temas junto a otra estrella del calipso trinidaniano-niano, Singing Sandra. La primera canción, popularizada por Jimmy Soul, es una de mis favoritas del mundo, Ugly Woman. Vale que no es demasiado feminista que digamos, pero yo la interpreto como una canción en favor de las mujeres feas en edad de casarse; continúa con otras dos de sus composiciones, Netty Netty en la que cuenta la historia de una prostituta que deja la ciudad para abortar; y Mary Ann. Se le considera uno de los precursores del hip-hop porque en sus «calipsoes wars», que eran básicamente temas en los que se dedicaba a insultar a otros músicos del movimiento, sentó las bases de las batallas hiphoperas, qué cosas. Me declaro una fan de este señor, nacido Rafael de León en 1909 y que murió en 1999. De él se cuenta que tuvo unos diez hijos. Abuelito de Alfonso Ribeiro, si no veíais El Principe de Bel Air y no os gusta Tom Jones, no sabréis la gracia que tiene la historia. Su biografía, la de Roaring Lion, bien merece, por lo menos, una buena peli.

El calipso de los Lores

Que eligieran un nombre tan apropiado a su estatus, Lord, no es otra muestra del carácter rebelde de estos señores. Tenemos, en primer lugar, a Lord Invader, creador del conocido tema Rum&Coca Cola popularizado por las hermanas blancas The Andrews Sisters que le robaron el protagonismo y su versión fue «ligeramente» retocada debido a la letra subversiva original en contra del colonialismo yankee. Un juicio de por medio reconoció los derechos del bueno de Rupert. Echadle un vistazo a ambas letras.

Uno de mis temas favoritos es de Lord Kitchener, que se asentó en el Londres en los cincuenta y alcanzó bastante éxito por aquellas tierras… Os dejo una canciocilla de amor…

Lord Burguess, no demasiado conocido pero compositor de los éxitos Jamaica Farewell y Banana Boat Song (Day Oh), famosos gracias a Harry Belafonte del que hablaré al final, y del himno de las Barbados; Lord Beginner que junto con sus colegas Lord Kitchener y Lord Woodbine se fue a Inglaterra en 1948. Es imprescindible decir que este último fue uno de los promotores de los Beatles en sus comienzos, incluso se les conocía como los «Woodbine’s Boys» de lo bien que se llevaban todos. Hasta los llevó a Hamburgo en una Volkswagen y tocó en el escenario en el primer concierto de los de Liverpool allí. Como no soy muy beatleriana, os planto la foto y cambio de tema.

Beatles at arnhem

De izquierda a derecha Allan Williams (primer manager de los chavales), su mujer Beryl, Lord Woodbine, Stuart Sutcliffe, Paul McCartney, George Harrison y Pete Best, el pre-Ringo.

Mighty Sparrow

Otro grande con letras comprometidas, monarca del calipso en varias ocasiones, su gran éxito Jean and Dinah que celebra la partida de las tropas estadounidenses de la isla y su repercusión sobre la prostitución. No me atrae demasiado, reconozco, pero se hizo muy famoso en Reino Unido.

Harry Belafonte

El popular y coronado como el «Rey del Calipso» en el mundo entero no nació en la cuna de su reino. Hijo de inmigrantes jamaicanos, vino al mundo en Nueva York. Su interpretación de los clásicos de calipso y canciones tradicionales jamaicanas lo han hecho superfamoso. Fue mi gran introductor a este género. Y es que encima es un buen tipo, activista y esas cosas. Como no me voy a enrollar demasiado con su figura, sí que me permitiréis dos de mis vídeos favoritos. El primero, cómo no, Jump in the Line en esa escena brillante de la historia del cine, cortesía de Tim Burton que exprimió la discografía de Harry para su Beetlejuice o Bitelchús, a la española. ¡Ay! Bitelchús, Bitelchús, no me extraña que hagamos el ridículo allá donde vamos, ¿a quién se le ocurrió esta genial idea? ¡Uy! He dicho tres veces Bitelchús, debe estar llegando ya para echarse unos bailes. Podría haber elegido la escena de Banana Boat, que mola mucho, pero me gusta más esta canción y si queréis ver la otra, pues la buscáis.

Bien, ahora podéis disfrutar del showman en estado puro en Los Teleñecos (The Muppet Show), con Banana Boat (Day Oh). Es un poco largo, el vídeo, aviso.

Con este temita, no me queda más que desearos un buen día y aconsejaros que si andáis un poco agobiados con la vida, os echéis un buen calipso. Es una terapia bastante efectiva. Aunque sé que me he dejado algunos nombres por el camino, me imagino que me perdonaréis… ¡Ah! Si por casualidad no habéis entendido el sentido de esta entrada, estoy pidiendo a gritos un viaje al Caribe, muchas gracias.

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