Por ahí, podrás encontrar millones de páginas en las que se explica quiénes son las personas tóxicas y qué hay que hacer para evitarlas. Pero ¿y de los tóxicos quién se preocupa? El mundo está en nuestra contra. Nos han puesto el sambenito de tóxicos y con eso nos quedamos ya para toda la vida. Que si eres negativo, que si te quejas, que si eres un envidioso y un autoritario, que si coartas los sentimientos de los demás, agresivo, raro…
¿Cómo saber si eres un tóxico?
A ver, no es que huelas mal. Aunque si no te va lo de ducharte o descuidas un poco el tema, míratelo también. Que por mí no te preocupes, soy muy tolerante con las cuestiones personales, pero otros, no. Unas pequeñas pistas para comprobar tus niveles de toxicidad:
- Si opinas: «qué manía con eso de clasificar a las personas»…
- Si piensas «qué manía con eso de que los demás son los malos y tú el bueno»…
- Si te rechinan los oídos cada vez que escuchas la palabra coaching, esa palabra que no existía antes, como tantas otras… Mal dicha en inglés españolado se puede confundir con lo de quedarte a couchear en casa de alguien.
- Si no soportas que la gente te diga que hay que ser optimista; y, es más, si alguien te lo dice, te esfuerzas en ser tan desagradable como una anciana jugando a la brisca…
- Si no soportas que alguien te hable de Programación Neurolingüística como si fuera una ciencia…
- Si comprendes que aparte de la genética, los malos hábitos, el medio ambiente, los virus y bacterias, el sistema inmunológico (vale, aquí sí que es cierto que los estados de ánimo influyen -recordemos que los estados de ánimo no dependen solo de actitud positiva, por cierto), los agentes patógenos que se encuentran en los alimentos, en la tierra, en el mar y en el aire, la industria farmacéutica, etc., no hay nada más que provoque las enfermedades…
- Si te repatea que cualquiera con un curso, o cualquier titulillo, hable de conceptos o aspectos psicológicos con la infabilidad del mismo Papa, obviando todas las aportaciones a la civilización de filósofos, científicos, psicólogos, escritores, músicos, cineastas e historiadores, gente con sentido común y otros espíritus libres (también en femenino que no se me eche encima nadie cuando uso el genérico) que sí que habían leído más de dos libros en su vida antes de hablar…
- Si un año te regalaron en navidades El Secreto y te pareció una basura y no pudiste ni pasar ni del prólogo -os recuerdo que su autora, Rhonda Byrne fue la que dijo algo así como que las víctimas del tsunami de 2004 en Asia atrajeron con sus malos pensamientos dicha catástrofe. Ella lo llama la Ley de la Atracción-, ¿Quién se ha comido mi queso? (¿dónde está el gato que se come a los putos ratones de este libro?) o te recomendaron El Alquimista en un momento peliagudo de tu existencia y te entraron deseos de ver Gran Hermano para dejarte morir lentamente…
- Si consideras que el trabajo purgativo de la Inquisición no estaría de más en estos tiempos de psicologías de revistas/blogs, bestsellers y pseudociencias de tres al cuarto que corren…
- Si tienes que afrontar tu vida cada día, con lo que te caiga encima, y no andas buscando consejos de entes que te digan que la respuesta está en tu interior y que cada fracaso es una oportunidad…
- Si asumes que la vida es un valle de lágrimas y que en algún momento hay que sacar el pañuelo y sonarse los mocos. Pero que también es un tómbola de luz y de color en la que, en ocasiones, te toca el perrito piloto nada más llegar. O, quizás, te lo has currado y te lo has ganado aunque otras veces hayas tirado todos los botes con el muñequito con todo tu esfuerzo y no te haya tocado nada… Y luego estás súper feliz con tu perrito piloto y viene un desalmado o el gobierno (la conjunción ‘o’ es optativa) y te lo quita. O te lo dejas en un banco, de sentarse. O viene un tsunami porque has atraído malos pensamientos y se pierde como en Lo imposible pero lo vuelves a recuperar con final feliz; o puede que no y te pasas la vida buscándolo y resulta que igual tenías que haber jugado otra vez a la tómbola; o puede que mejor así habiéndolo perdido, que total tampoco te hacía falta y era una horterada pero te das cuenta tarde. O, a lo mejor, te has dado cuenta a tiempo y luego te toca un VHS que sigue siendo una mierda aunque te guste regrabar y disfrutar de los cortes. O te pasas al Beta. O puede que el perrito piloto te provocara alergia y te alegras de que te lo robaran y ojalá les entre alergia a los que te lo robaron, aunque ese sentimiento de alegría por la desgracia ajena te provoque una úlcera -o hasta un cáncer según las neuropseudociencias. O, quizás, es tu genética que es más propensa a la aparición de úlceras, ¿quién sabe si fue una reacción por el conservante de la mermelada biológica de la tostada que te tomaste por la mañana? ¿Quién? Bien, creo que ya ha quedado bastante clara la metáfora de la tómbola… Resumiendo:
ERES UN PUTO TÓXICO
Asúmelo, está bien o es bien -últimamente me gusta utilizar el verbo ‘ser’ a lo guiri que es como más expresivo. Es más, ¡enhorabuena! No eres de los otros. De los coaches. Esa gente… que necesita la orientación de expertos cualificados en la vida para vivir la suya propia.
Admito que para esta entrada, me planteé documentarme y estuve echando un vistazo en los dominios de Google. No obstante, ¿sabéis qué? Me aburrí un montón. Me daba una pereza horrible ponerme a leerme toda la basura que hay por ahí. Me concentré en utilizar como una parásita los trabajos de investigación ajenos como el de este chico que se ha documentado muy bien.
Cómo sobrevivir siendo un tóxico
Ahora que ha quedado claro la clase de gentuza que eres, entremos en materia. ¿Qué hacer?
- Bien, empecemos por la parte social. Es decir, redes sociales. Te diría que eliminaras a todos tus contactos sospechosos de ser coaches plastas -en este sentido, podríamos decir que el mundo se divide en dos clases de personas: las que postean a Paulo Coelho (u otros de la misma calaña) y las que no. Sin embargo, no te lo recomiendo por dos motivos:
- Queda feo. Tú eres más elegante que todo eso y algunos de esos contactos son gente a la que aprecias pero que está pasando por un momento malo en sus niveles de criterio; o que, simplemente, vienen con esa tara. No dejes de querer a tus amigos. Acéptalos tal y como son y recuerda que si te dan la chapa, no son tus amigos.
- Por toxicidad pura. Deja de seguir a la mayoría, no se nota en Facebook por ejemplo, pero conserva alguno -el que peor te caiga- para que cuando tengas un día malo, puedas decir «qué gilipollas». Por desquitarte, vamos.
- Si te encuentras con alguien que, con una sonrisa, te pregunta qué tal estás para, a continuación, contarte sin que se lo hayas preguntado su rollo ¡Danger! ¡Danger! ¡Danger! Empieza a mostrar sin ningún reparo indiferencia total y cuando llegue el momento en el que el individuo te pregunte con desinterés «qué tal», respondes con un tajante «mal» y te vas. Otra opción es irte antes de que te suelte el rollo. También puedes hundirle pero no es aconsejable. No te va a escuchar, no te va a entender y es una pérdida de tiempo.
- Lo de «dientes, dientes» viene muy bien. Sonrisas Profident. Te llamarán cínico, ten la RAE a mano para afrontar cualquier descalificación.
- Desarrolla la creatividad en su vertiente más maligna. Atrévete a ser malo. Imagínate en una sesión de grupo cuando alguien explique lo malo que has sido con ellos. Eso resarce mucho. Vamos, que se entienda lo de ser malo. No le quites caramelos a los niños, solo la ilusión. Destroza los planes locos de la gente con un par de argumentos razonables, por ejemplo. No te harán caso, eso sí.
- Aléjate de aquellos que te consideran tóxico y lloran porque eres malo con ellos. Son unos pesados y las lágrimas a veces se convierten en cuchillos.
- Cuando tengas un problema, acepta consejos del que haya pasado por algo similar o un de un especialista o profesional de verdad. O de una persona que sepa ponerse de veras en tu lugar y entienda que cuando no se puede aportar nada con consistencia, es mejor no hacerlo. No dejes que nadie te diga cómo te tienes que sentir si no lo ha sentido jamás o ni siquiera ha hecho el intento por ponerse un rato en tu situación. Esto es reversible como las cazadoras buenas. No des consejos si no eres capaz de entender cómo se siente el otro.
- Si alguien te dice que tienes que aprender a controlar tus emociones, no controles tus emociones con esa persona.
- Tú eres el experto en tu vida, nadie más pasa tanto tiempo contigo que tú. Suerte o maldición, charla, contigo mismo. Si no estás solo, en voz baja. Mejor parecer tóxico que loco.
- Pasea, come, escucha música, lee, haz deporte, canta, ponte a ver una peli, vete a un museo, juega, habla, bebe, disfruta, escucha, baila… Haz lo que te dé la gana. Vive tu vida y aprende de ella.