¡Vomitad, vomitad, malditos!

Tonel (Antonio Eligio Fernández), El vómito es la cultura (Vomit is Culture), 1998, watercolor and ink on paper, 121 x 91 cm. – 48 x 36″, Collection of the ASU Art Museum, Gift of the Bacardi Art Foundation, Miami.

 

¿Os sentís agobiados por la presión del poder? ¿Por la impotencia ante los estragos cometidos por la pandilla de energúmenos que componen la clase política que nos gobierna? ¿Por la connivencia entre los poderes económico y político? Aclarando los términos pedantes… ¿Hartos ya de formar parte de un sistema donde los ricos a los que no les importa vuestra vida caminan de la mano, qué digo, se acuestan cada noche con los que dictan las leyes y así todos pueden vivir de nosotros los ciudadanos? Os advierto que esta entrada me está saliendo muy panfletaria, pero hoy me siento así. Por otro lado, quiero iniciar un movimiento revolucionario, así que me apropio del lenguaje de los grandes profetas petardos. Lo siento, chicos, tiene que ser así.

Queridos amigos, somos unas meras piezas en el engranaje de este mundo. Nacemos, consumimos, crecemos, consumimos, votamos, consumimos, nos reproducimos, consumimos, hacemos que nuestros hijos consuman y voten, votamos, nos consumen, consumimos, nos morimos y ya no votamos ni consumimos.
Nota aclaratoria: aunque no votemos, también votamos y nunca dejamos de consumir.

Los poderosos existen porque nosotros existimos. Sí, en verdad, es un asco de mundo este en el que vivimos. Pero ¿por qué no utilizar ese asco en nuestro beneficio? ¿O, al menos, disfrutarlo?

Os podría decir que otro mundo es posible. Que nosotros podemos cambiar las cosas. Que juntos podemos. Que si mostramos nuestro desacuerdo todos unidos, el mundo puede cambiar. Sin embargo, no os voy a engañar, no me lo creería ni yo. ¿Os habéis dado cuenta de que todos los días hay una protesta (nacional o internacional) que ocupa páginas y páginas tanto en papel como virtualmente? Todos los días pasa algo. Miles de personas protestando por algo, y… ¿qué pasa después? Empieza otra protesta. ¿Ha cambiado el mundo? No. Otro mundo no es posible. No lo es. Por mucho que consigamos que alguien dimita, difícil tarea por otra parte, o que se cambie una ley. El mundo es un asco y no os voy a decir lo contrario. No se puede cambiar nada. Admito que no os estoy dando muchas razones para que continuéis leyendo esta entrada. ¿Esperabais acaso que os iba a decir que el cambio comienza en nuestro interior? ¿Que hay que sacar una sonrisa y afrontar la vida con ilusión, un sísepuede y todos esos rollos? ¡Pues no!

Creo que os estáis equivocando de blog y de persona. Buscad un blog del tipo “la felicidad está en tu interior” donde os den consejos para vivir y superar los problemas de la vida con una sonrisa. Por mi parte, creo que ya avise en su momento que este era un blog escrito por una persona negativa. La vida es una mierda y hay que vivirla como tal. Disfrutándola al máximo pero sabiendo de antemano que es un asco. Así que protestemos, sí, no va a servir para nada, pero vamos a divertirnos ¿no?

Parece ser que cada vez se pone más difícil lo de vivir/protestar/divertirse en un país en plena crisis gobernado por un gobierno… No, no caeré en la descalificación. Sería lo fácil. Gobernado por esta gente que, porque tienen smartphones y tablets pagadas con el dinero de todos los ciudadanos, que si no yo pensaría que vivimos en los cincuenta.

Parece ser que, por otro lado, esto de protestar se está poniendo cada vez más complicado. Leyes antiterroristas para frenar protestas pacíficas. Bien, no es el momento de llevarse las manos a la cabeza. Ya sabíamos lo fascistas que eran. También sabíamos que, como fascistas que son, su política no iba a dejar de ser fascista solo porque se les llenara la boca con la palabra “democracia”. Sin embargo, ¿por qué será que estos señores que se sientan un par de veces al mes a legislar siempre sorprenden?

Mientras ellos sorprenden con su imaginería fascista, nunca han dejado de ser lo que siempre fueron. Lo bueno es que en estos dos últimos años han propiciado que se desarrolle la creatividad de aquellos que se encuentran disconformes -o por qué no, hablemos con propiedad, hasta los huevos- con lo que ordenan esos que se dicen representar a la mayoría absoluta. Han surgido nuevas maneras de mostrarles nuestro desacuerdo. Que ellos lo tomen como delincuencia y pretendan castigar a aquellos que muestran su desacuerdo dentro de los cauces de esa democracia de la que tanto les gusta hablar y devolver la moneda diciendo lo anticonstitucionales que son, por ejemplo los escraches, deberíamos tomarlo como un éxito. Sin olvidarnos de que es un completo fracaso. Divertido, pero fracaso. ¿Por qué? Porque ellos pueden hacer lo que quieran dentro de sus limitadas entendederas de fascistas de nueva generación. Que siguen siendo lo mismo que sus abuelos, pero sin tanto uniforme y con Twitter. ¡Uy, si Franco hubiera conocido el Twitter…! Bueno, lo habría censurado seguro. No obstante, podemos considerar un éxito que los que ahora gobiernan con celo democrático y políticas fascistas hayan decidido cortar las alas a la ciudadanía. ¿Por qué es un éxito? Porque la ciudadanía se ha vuelto molesta para los políticos. Y encima nos lo pasamos bien. Pobres fascistoides que, cuando juraron su cargo conseguido mediante años y años de peloteo en las escuelas de cachorros de sus partidos, solo aspiraban a una vida tranquila de ascenso y “legítimo” aumento de su patrimonio sirviendo al populacho (cuando digo “populacho” me refiero a la FAE y organizaciones del palo). Qué es esto de protestas pacíficas. “¡¿Pacíficas?! ¡Terroristas es lo que son estos perroflautas!”. No hay palabra que les guste más a esta gente que la de terrorista… Bueno y ahora que se han aprendido lo de “perroflautas”… Las protestas contra su régimen absolutista, perdón, mayoría absoluta, son una clara molestia para sus ansias de arreglar la marca EspaÑa que tanto estropeó el gobierno sociata… Cuánto mal han hecho los progres a este país. Siempre cagándola e intentando tapar el tufo de sus políticas de derecha moderada con sus parches sociales de tendencias caobas. Claro, si les han dado pie a los
fascistas para que hagan y deshagan en aras del levantamiento del país. Siempre la misma historia…

Pues, bien, no os desaniméis, mientras hay vida, hay esperanza. Hecha esta reflexión, voy a entrar en materia. Nunca mejor dicho. El vómito.

Vómito. (Del lat. vomĭtus). 1. m. Acción de vomitar; 2. m. Aquello que se vomita; ~ de sangre. 1. m. hemoptisis; ~ negro, o ~ prieto; 1. m.fiebre amarilla.; provocar a ~ alguien o algo. 1. loc. verb. coloq. Producir fastidio o repugnancia.
Volver alguien al ~. 1. loc. verb. coloq. Recaer en las culpas o delitos de que se había apartado.

 

Después de la RAE, va la Wikipedia:

 

"Es la expulsión violenta y espasmódica del contenido del estómago a través de la boca. Aunque posiblemente se desarrolló evolutivamente como un mecanismo para expulsar del cuerpo venenos ingeridos, puede aparecer como síntoma de muchas enfermedades no relacionadas con estos, ni siquiera con el estómago (gastritis) como patología cerebral u ocular".

Lo que yo digo, patología cerebral y expulsión de los venenos ingeridos.

Vómito bílico, vómito papilla, vómito de una cena de navidad, vómito alcohólico, vómito enfermizo, vómito mayormente líquido con tropiezos de alimentos no triturados aún por los ácidos gástricos y cuyas formas y densidades son todavía reconocibles, vómito en una arcada, vómito espeso, vómito que no llega, vómito voluminoso, vómito en dos dimensiones, vómito sexual, vómito negro, vómito rosa y vómito arco iris, vómito bulímico, vómito escupitajo, vómito relajante, vómito embarazoso, vómito twenty-four-hours-party-people, vómito aceitoso, vómito 3G, vómito recurrente, vómito vergonzoso, pequeño vómito, minivómito y por supuesto, maxivómito, vómito humilde y vómito pretencioso… Vómitos todos: sois bienvenidos a nuestra causa.

El acto de vomitar… Sentir la náusea subiéndote por la garganta. El mareo te domina, el sudor se hace dueño de tu cuerpo y a medida que sientes el calor, también notas el escalofrío del sudor en contacto con el aire. La arcada impulsa el contenido de tu estómago, ya esté vacío o lleno. Una arcada, dos y todo fuera. Como una fuente, con energía y rabia o como un triste hilillo desganado. Arcada dolorosa propiciada por la bilis. Dolor, sangre, fuego… Liberación. Descanso, a menos que el proceso se repita.

Liberación, amigos…

Expulsemos nuestros venenos. Vomitar no es un acto exclusivamente humano. No obstante, si vomitamos a propósito le otorgamos esa humanidad que tanto nos caracteriza. Convertir algo natural en algo artificial. Abramos nuestras bocas y dejemos que nuestro reguero de fluidos que empujan desde el hígado el contenido de nuestros estómagos por el esófago, pasando por la tráquea hasta llegar a nuestras bocas, salgan al exterior en forma de torrente de protesta… Dejemos que nuestra rabia salga al exterior a través de nuestras bocas, ahora que nos las quieren tapar a base de multas y condenas terroristas. Vomitemos con dolor en sus caras. ¿Está prohibido estar enfermo? Porque, bien, queridos gobernantes, banqueros y empresarios, nos ponéis enfermos.

Hay que reinventarse en la protesta. Y ¿qué mejor manera de reinventarse que siendo retro? Ya lo han intentado las FEMEN con sus topless agresivos y provocadores. Qué pasada ¿no? Lo del feminismo del siglo XXI con su toque floral folk ucraniano me recuerda a Emmanuelle o mejor aún a la Cicciolina. Un pequeño toque tarantiniano, una estética Cosmopolitan o Rolling Stone con cierto aire Interviú, un discurso de veintañeras universitarias con mentalidad colonialista occidental y una tienda online de armas subversivas muy molonas (que no olvidemos que las chicas también son hijas –más bien nietas- del capitalismo) y ya tenemos un movimiento revolucionario ultramoderno.

Coincido con ellas en que el cuerpo es un elemento comunicativo potente. Pero yo me siento más punk (retro). Necesito algo más visceral y potente. Algo que transmita mis sentimientos. Algo que me salga de las entrañas. Algo mío. Y ¿qué hay más mío, que salga por mi boca y que exprese mis sentimientos de mejor manera que la legítima náusea que me produce ver lo que estos fascistas hacen con el país en el que nací? Así que, desde estas humildes líneas, me gustaría reivindicar la fuerza del vómito como elemento subversivo. Un método revolucionario por y para todos. Punk hasta decir basta. Expresivo como ninguno. Sucio y asqueroso, también. Una imagen vale más que mil palabras. Un vómito se ve, se huele, se siente (sí, es asqueroso, sí). Cumple a la perfección la teoría de la comunicación. Expresa un sentimiento y el mensaje es recibido –y tanto-, por el receptor. Impacta directamente en él.

Bien, organicemos nuestro movimiento. Vomitemos con dolor a nuestros diputados. Que nuestro vómito provocado por tanta sandez nos duela y así cuando salga de nosotros y les salpique puedan sentir cómo nuestro hígado se ha retorcido para crear ese fluido tan rabiosamente bello que les entregamos. Que resbale aún caliente sobre su piel y sus trajes de marca. Que el olor no se vaya con los lavados…

Venga, admito que me he dejado llevar por la prosa. Vayamos a lo práctico. No vamos a cambiar el mundo. Pero, imaginaos que vomitáis al presidente del gobierno, o a su guardaespaldas, qué más da. O vomitáis a vuestro alcalde, que es como más cercano, más vuestro; o al director de vuestro banco mismamente. O que todos juntos vamos a vomitar a nuestros bancos y ayuntamientos a la vez. Sí, no vamos a cambiar el mundo. Pero el placer de vomitar a alguien que te cae mal es hasta orgásmico. Otra nota: este método también vale para protestas laborales y rifirrafes pasionales.

No obstante, hay que tener cuidado. No queremos que otros limpien nuestro vómito. No deseamos que haya víctimas inocentes. ¡Está bien! Lo limpiaremos nosotros después de vomitar. Habrá que entrenarse. La revolución exige disciplina. Puntería, compañeros, puntería.

Lo veo, lo veo. Manifestaciones, miles de personas vomitando su protesta. Los antidisturbios cayéndose en el vómito de la ciudadanía, vomitando ellos también de asco… Y así, una cadena de vómitos infinita. Miles y miles de personas vomitando. ¿Está prohibido estar enfermo? ¿Acaso lo está? ¿O lo vais a prohibir también? Vomitemos a la democracia… El bipartidismo y la democracia vendida a los poderes económicos dan ganas de vomitar.Lo veo de una manera tan nítida… Noticiarios cubiertos de vómito, edificios institucionales chorreando sustancias, vomitonas con tropezones en sus fachadas… Las calles vacías rebosando torrentes de vómito al más puro estilo apocalíptico o en su defecto como en “Cazafantasmas”.

Tomemos el congreso de los diputados y vomitemos todos juntos. ¿Está prohibido vomitar? ¿Está prohibido estar enfermo? ¿En serio?

Lo sigo viendo… A lo Nostradamus lo veo. Sin duda, hay que comprar a los adolescentes. Es juego sucio, lo sé, pero qué más da. Quién ha dicho que hay que jugar limpio hablando de vómito. A cambio de litros de kalimotxo, se adherirán a nuestra causa con su vómito rojizo negro y un sentimiento de la unidad nos embargará a todos sin distinción de sexo, edad, raza, color o religión…

-“Señores diputados, la reforma laboral me da ganas de vomitar. Y para que así conste, vomito”.

-“Escuché los pormenores de la ley sobre el aborto y me sentí tan indispuesta que salpiqué el Congreso con mi bilis revuelta”.

-“Siento un malestar en el estómago desde que anunciaron la amnistía fiscal y en la Seguridad Social no me dan cita hasta que acabe la legislatura, gracias a los recortes en sanidad. Y si me voy del país, no tengo derecho a sanidad pública. Así, pues, en la vida solo me queda vomitar”.

-“La reforma educativa me produce tantas arcadas que me salen los tropiezos. La letra con sangre entra y yo la vomito”.

-Y así sucesivamente…

Bueno, ¿qué os parece la revolución bílica? ¿Os he revuelto el estómago? Bien, eso es lo que quería. No penséis que estoy loca. No más loca que cualquiera, no más harta que cualquiera. Espero que los que me queráis, me sigáis queriendo… ¡Feliz semana!
Y a vomitar…

Banksy

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