Una mañana te levantas y ya eres un treintañero, de esos que tanto despreciabas cuando rondabas los veintitantos… ¿Y cómo pasa esto? Pues en realidad esta es una de esas cuestiones que es tan vieja, más que tú eso seguro, como la propia humanidad. La típica frase que repites ya en tus cumpleaños: Malo es cumplir, pero peor es no hacerlo, se convierte en una cantinela que no es consuelo y que acaba por hacerte sentirte como tu abuela… ¡Ay madre! ¿Quién se imaginaba que un día de estos ibas a tener la edad de un adulto responsable? Porque se supone que pasando los treinta ya eres una persona responsable. Y si no te sientes así, malo…
Te juzgarán como un irresponsable… Una persona que no ha sabido crecer, un veintañero con efecto retardado. Tus actos deben estar medidos por la lenta sabiduría que da la edad y qué deciros, que a veces te sientes fuera de sitio, ¿o no? Unas veces porque no encajas con compañías más juveniles y otras porque te rodeas de gente que te dice, todavía eres joven.¿Todavía? ¿Todavía? En ocasiones te ves ayudando a tus padres a que entiendan de una vez por todas cómo se leen los mensajes en su móvil (tarea imposible, por cierto)y te sientes como recien venida del futuro colaborando con los más necesitados y otras, no entiendes lo que dicen los jóvenes de verdad en su Tuenti ¿Dónde está el límite dónde termina el todavía y empieza el nunca más volverás a serlo? Yo TODAVÍA no lo sé y miedo me da descubrirlo.
Solo sé que cuando intento volver al pasado, a mi pasado mental, me llegan algunos retazos de lo que pensaba que podían ser los treinta y la verdad es que no se parece ni por asomo a lo que estoy viviendo. Recuerdo que en un capítulo de “Doctor en Alaska”, una de mis series favoritas, Maggie (O’Connel) cumplía treinta. Durante todo el capítulo, la mujer se volvía loca haciendo un repaso de su vida y vivía una de esas interminables crisis de la edad. Ahora he descubierto que no tienen fin, estoy convencida de que los abuelillos de noventa años también se preguntan hacia dónde se dirige su existencia. El caso es que Fleischmann le decía casi al final algo así como que cuando cumplió los treinta se sintió decepcionado consigo mismo, puesto que siempre había esperado que a los treinta iba a ser un supermédico, forrado y en la cima del mundo pijo neoyorkino, puesto que había sido siempre un niño prodigio, esa clase de persona que apunta maneras desde niño y que parece que cuenta con un futuro prometedor casi desde que empieza a andar y que al cumplir los treinta, en un pueblo perdido en el culo del mundo se planteaba qué coño había pasado con aquella promesa de la medicina. Fleishmann, del que confieso haber estado siempre enamorada por lo maniático, insoportable pero tierno del personaje, concluía algo así como que se había acostumbrado a esas sensación de perdedor que acarreaba el hecho de cumplir años pero no con sus expectativas. Bienvenido sea el conformismo a nuestras vidas.
Por otro lado, pienso luego seguramente me equivoque, pero de momento esto es lo que pienso, que a los treintañeros nos queda TODAVÍA una reminiscencia de nuestra TODAVÍA no muy lejana juventud… No dejamos de sentir que TODAVÍA tenemos el poder sobre nuestras vidas, que TODAVÍA algo puede cambiarse… TODAVÍA, TODAVÍA, TODAVÍA. Sin embargo, pese a ese sentimiento de poder recuperar las riendas de nuestra vida, en los círculos de treintañeros por los que me muevo, alternándolos con otros rangos de edad para sentirme o más moza o más madura, dependiendo de mi estado de ánimo, puedo ver cómo pocos de los treinta y tantos sienten haber alcanzado sus objetivos existenciales, en el caso de haberlos tenido.
Me explico, te puedes encontrar con aquellos que están decepcionados porque no les han salido las cosas como se lo imaginaban diez años atrás y se ven fracasados o en una situación en la que no saben cuál debería ser el siguiente movimiento porque no saben si cambiar por completo su vida, no se atreven a hacerlo o porque están literalmente paralizados ante el maldito drama del paso del tiempo. También puedes encontrar a otra gente que tenía muy claro qué era lo que quería y qué realmente lo ha conseguido, para darse cuenta de que una vez que han cumplido sus objetivos, pues resulta que no les hace felices, es más, probablemente son la causa principal de su infelicidad. Y luego están esas personas que no tenían objetivos demasiado claros y que en realidad, no saben muy bien por dónde seguir y tienen un cristo encima que se aturullan tanto que dejan su particular crisis para otro día. Conclusión: parece que nadie está contento con su vida. Me lanzo con esta reflexión como si pudiéramos dividirnos los seres humanos treintañeros por grupos, cuando en realidad, pienso que depende del día somos de una clase u otra de persona o a veces, todo lo contrario.
El resultado es que me suelo encontrar con más treintañeros (tengo la sensación de que eres treintañero aunque tengas sesenta) deprimidos que contentos. Y mi duda es si sentirme contenta por seguir cumpliendo y adentrarme poco a poco y sin vuelta atrás en la siguiente crisis de edad, es decir, hacerme a la idea de que el conformismo da la felicidad o seguir creyéndome veinteañera forever y no salir de la Tierra de Nunca Jamás con sus pequeñas tonterías. Cada día practico una opción de vida diferente pero a veces da un poco de miedo porque si no concuerda con lo que te pide el mundo en ese momento, puedes tener problemas. Si hoy, lunes, te sientes teenager y viva la virgen, pero el mundo real te planta violentamente en tu sitio de adulto responsable con por ejemplo, una facturita, la hipoteca o vete tú a saber qué decisión adulta te puede llegar, seguramente no llegarás al martes sin una noche de insomnio, por lo menos… En fin, ya siento empezar la semana y el blog así, con esta reflexión tan deprimente para todos los treintañeros. No os preocupéis amigos… Los cuarenta, los cincuenta y etc etc, se asoman peores…
Hay gente que se ha dedicado sus 30 años a cumplir los sueños de sus padres. Yo creo que es tal como lo dices, un día una sensación y otro día acabaremos todos en Almería con nuestro chiringuito. Enhorabuena por tu pogama, lo veo todos los días.
La dirección quiere agradecer la fidelidad de sus telexpectorantes con un lote completo de jarabe para la tos y la segunda caña gratis en el chiringuito de Almería. Darse prisa antes de que los propietarios entren en crisis existencial y se harten del chiringo, el calor y el desierto. Un besito, corazones