Como anticipé en mi anterior post, me gustaría hablar del impacto económico de las peregrinaciones. Y lo haré adelantando que se trata solo de una opinión y que no soy una experta en el tema. Todo lo que voy a decir no intenta demostrar ninguna teoría económica ni nada por el estilo. Es una manera de decirme a mí misma que el marketing no es una cosa tan nueva y que puedo llegar a entenderlo. Estoy convencida de que sabéis mucho más que yo y que podéis demostrarme que me equivoco. Si es así, os agradezco que me lo expliquéis. Incluso si alguien me puede ilustrar con el tema del marketing en la actualidad, será bienvenido a mi espacio. Así que voy al tema, y me voy a centrar en el Camino de Santiago, que me pilla cercano, geográficamente hablando. Admito que no lo he hecho y que por el momento, no parece que lo vaya a hacer.
Como os aviso de que lo voy a escribir es una paja mental, espero no levante sensibilidades con el tema. Además, lo haré sin cuestionarme las motivaciones personales de todos aquellos que deciden echarse a andar para llegar a Santiago de Compostela, lo cual es muy loable y expreso mi admiración hacia aquellas personas que se ponen a caminar durante cientos de kilómetros para cumplir esa meta. Entiendo que es uno de esos momento que no se olvidan en la vida de una persona. Me parece que es como escalar un 8.000, pero en más llano. Una de esas experiencias vitales que nos marcan de por vida, por muchas razones, sobre todo intuyo que lo de la superación personal es de las más importantes.
Sin sentar cátedra sobre el tema, diré que en el mundo de las peregrinaciones podemos encontrar varios formatos que se mueven dentro del mismo ámbito: la fe religiosa. Es decir, la fe mueve montañas. De gente. Bien, llegados a este punto, quizás hay que matizar entre las religiones. En todas las religiones, hay lugares santos a los que peregrinar. Y el halo espiritual que las envuelve es algo que me impresiona. Quizás porque no lo entiendo, al margen de lo que ya he comentado anteriormente acerca de la superación personal. Lo respeto, eso sí. El mundo islámico es más categórico en sus preceptos: hay que ir una vez en la vida a la Meca. Ya está. Todos los musulmanes tienen que hacer su viaje. El mundo cristiano es otra cosa, me sorprende decir esto incluso a mí, pero tienen una variedad amplísima de enfoques. Me centraré en los castizos y más concretamente en la ruta por excelencia de la península: el Camino de Santiago. No me olvido de las romerías, tampoco, pero como es algo más folk lo dejo para los entendidos. También están las procesiones, pero la verdad es que el tema me aburre tanto que tampoco las voy a tocar. Pues bien, en lo que respecta al Camino de Santiago, siempre me he preguntado a quién se le ocurrió la idea. Es decir, quién dijo :
—Mira, ¿ves este muerto que tenemos aquí?
—Sí, ¿esta tumba? ¿qué pasa?
—Pues que vamos a decir que es Santiago.
—¿Qué Santiago?
—Pues Santiago apóstol, ¿quién si no?
—¿Para qué?
—Tú déjame, ya verás. Que encima nos va a venir bien para matar moros, ya veras ya.
Sí, vale, esta explicación no es muy ortodoxa, pero tampoco las leyendas que circulan por ahí sobre la tumba en cuestión. A veces me pregunto cómo nos llegan los acontecimientos históricos. Es decir, vale, Cristobál Colón descubrió América. Vale, pero… ¿Cómo fue? ¿De qué hablaban en el barco? ¿Dónde se han quedado todos esos personajes que no aparecen en la historia y que también tuvieron su parte? Los actos de la vida corriente. ¿Cómo hubiera sido si yo hubiera estado en la tripulación? bueno un desastre eso seguro, pero no sé si me explico. Que a nosotros nos llegue la historia oficial no significa que hubiera muchos más actos, muchas más palabras, problemas, personajes… Infinitos los detalles que nunca llegarán a conocerse sobre cada acontecimiento… Y es que lo que conocemos del pasado, incluso aquellos que saben mucho, en realidad conocen una síntesis de la historia, porque es absolutamente imposible saberlo todo de cómo se desarrollan los acontecimientos. Nos faltan detalles que nunca podremos conocer. La historia oculta.
A lo que iba, a ¿quién, realmente a quién se le ocurrió y cómo? No que tal rey, Alfonso II según mis consultas, fuera el primer peregrino (promoción con un personaje famoso, estrategia publicitaria). No, qué es lo que pasó para que dijeran que allí estaba enterrado el señor ese en cuestión. A quién se le ocurrió, cómo se corrió la voz, cómo empezó a funcionar como ruta (turística, ejem)… Y mi teoría es, siempre cuestionable, que fue un producto de marketing, a lo medieval. Había que sacar dinero para construir catedrales y echar a los moros de España que estaban venga a hacer regadíos y cosas que no gustaban a los cristianos cañís de sus invasores. Santiago, vamos que seguramente me equivoque con mi idea, pero un poco forzado me parece que por mucho que Santiago hubiera estado de erasmus misionero por Hispania en el siglo I, habiendo muerto en Jerusalén, la tumba que encontraron en el siglo IX fuera precisamente suya. Que todavía no se ha osado a hacerle la autopsia para comprobarlo.
Como fuera que se decidiera que allí estaba enterrado, la gente empezó a peregrinar movida por la fe y la ruta jacobea ha perdurado durante siglos. Es brillante. Porque sí que creo que hubo una intencionalidad económica en el origen del Camino. Aunque no la pueda demostrar. Me explico aparte de la fe, podemos decir que existen muchas razones por las que la gente sigue peregrinando. Porque es un reto, porque imagino que después de caminar durante cientos de kilómetros y pasarlo mal físicamente, llegar a Santiago tiene que ser una experiencia increíble en términos de superación personal y esos retos personales tan místicos. Además, amistad, compañerismo, diversión, compartir, interculturalismo, conocer otros lugares, turismo, estar en forma… Brillante. No creáis que estoy hablando mal del camino. Qué va, todo lo contrario. Me alucina cómo llegó a convertirse en una ruta turística tan excelente. Y tan barata, porque aunque sí que es necesario tener un presupuesto, pues el tema del transporte, que normalmente es lo más caro, está resuelto. A ver, entendedme bien, no creo que en el medievo se plantearan lo de viajar en plan vacacional. Supongo que decidir peregrinar a Santiago en la Edad Media no era como en la actualidad. Vamos que ni tenían que calcular los días de vacaciones que podían gastar, ni qué tipo de mochila les iba a hacer menos daño en la espalda. Los peregrinos realmente tenían fe en hacer un viaje en el que seguramente sus vidas corrían peligro, para asegurarse la salvación eterna por el simple hecho de ver una tumba. Eran otros tiempos.
Esta fe llevaba consigo una fuente de actividad económica que no solo hizo que se crearan ciudades en el camino, sino que ha durado hasta nuestros días. Es decir, como producto es increíble. La recompensa: el perdón de los pecados, el cielo y esas cosas. Buscadme algún producto que te ofrezca algo mejor. La infraestructura: una red de albergues y sus noches gratuitas o a precios razonables. Había que crecer porque la promoción de la ruta se extendió por Europa. Aparecen muchísimas opciones de rutas. Historias, crónicas. Asistencia médica. Un programa de puntos como una especie de travel card para conseguir la compostelana. Publicidad gratuita. El símbolo corporativo: la vieira, promocionando el camino y los productos gallegos. No me digáis que no está bien pensado. Resumiendo, creo que todas las ciudades del camino en sus múltiples variantes le deben mucho al lumbreras que dijo: esta es la tumba de Santiago, porque lo digo yo.